martes, 5 de abril de 2011

La nueva vida

Todo comenzó un día común, el aire movía los árboles y hacia que las hojas cayeran, anunciando el otoño.
-          ¡Mira amor!- dijo sonriendo mientras me enseñaba su silueta que había echo en el suelo con las hojas.
Yo sonreía, la veía, enamorado, como sólo se ve a esa persona que amas, así la veía.
Las nubes, blancas como el algodón, combinaban perfectamente con un cielo azul que se empezaba a enrojecer. La tarde cada vez iba haciéndose mas vieja para dar paso a una noche llena de estrellas, una noche nueva, la noche más linda que había visto en mi vida.
Con un clima agradable, con hojas que servían como colchón en el suelo, me acosté, ella, con paso decidido se acercó a mí, se puso de rodillas, respiró y dijo:
-          Nunca me había imaginado un día así, hemos pasado todo, hemos viajado, Paris, Londres, Chinda; pero gracias por éste día, ha sido el más maravilloso de todos. TE AMO.
Volví a sonreírle, mis ojos cada segundo se llenaban de lágrimas, las estrellas nos alumbraban, como si fueran luces en una gran ciudad.
Ella, feliz, caminaba a mi alrededor, buscaba hacerme sonreír. Su extremadamente hermoso aspecto hacía que me enamorara aún más. Con esa blusa blanca, la blusa que había utilizado cuando la conocí, la blusa que había constatado nuestra primera vez. Una blusa que significaba mucho en nosotros. Un pantalón negro de mezclilla, y su lindo tenis azules. Su cabello estaba perfectamente cuidado, como siempre lo tenía; no le importaba lo que estaba pasando, ella se sentía feliz, corriendo como una niña de 6 años, haciéndome respirar para afrontar mejor la vida.
No había nadie, sólo ella y yo en una pequeña pradera a las afueras de la gran ciudad, esa gran ciudad en la que nos habíamos conocido, en la cual habíamos ido al cine, a tomar un café por las mañanas, aquellos ricos helados en verano, ella de fresa y yo de chocolate. Esa ciudad que vió nuestro primer pleito y que nos ayudó, 10 minutos después a resolver el conflicto con lágrimas en los ojos de los dos.
Se acercó, una vez más, se puso de rodillas y me dio un beso en el cachete.
-¡mírame!- dijo-  todas las pruebas se ponen para pasarlas, no para llorar por lo que se gana o se pierde.- me dio un beso en la frente, sonrió y me dijo:- ¿me amas?-
Yo estaba totalmente confundido por esa pregunta. ¿Por qué en ese momento?¿Por qué en ese lugar?¿Por qué esa pregunta? La miré a los ojos, ella parecía que estaba confundida porque no le respondía, pero inmediatamente sonrió después de que la besé. Un dulce beso, con un bello paisaje como fondo, con la brisa que lo hacía más romántico, con todo el amor del que puede ser capaz de dar una persona…
Como aquel primer beso, cuando estábamos acostados en ese preciso lugar en un soleado día de verano. Ella, con los ojos tapados con mi suéter, acostada. Me acerqué lentamente, en unos cuantos segundos mis labios estaban enfrente de los suyos, no sabía qué hacer, mi corazón latía fuertemente, mis sentimientos mandaron. Pasó el beso más tierno del cual tenía memoria hasta ese momento, todo el universo se detuvo…
Así había sido ésta vez, éste beso era el inicio otra vez, el inicio de una nueva vida.
El tiempo había transcurrido rápidamente, era casi media noche, estaba sumergido en mis pensamientos mirando el cielo, mientras ella, el amor de mi vida y la persona con la que el destino y el amor me habían indicado estar, dormía.
Las estrellas cada vez alumbraban más, el frío poco a poco iba en aumento así que, con un movimiento audaz me dirigí a ese lindo coche que nos había llevado dentro de él como un cisne que leva a dos enamorados.
En él habíamos conocido el mundo, a pesar de ser un coche sencillo era fiel, como esos amigos de la preparatoria. Nos había llevado a distintos aeropuertos para iniciar una vida de aventuras, una vida de ensueño.
Tomé una cobija y al verla brotaron lágrimas de mis ojos de una manera increíble. La cobija azul que tenía bordado nuestro nombre y que hacía mucho tiempo me la había regalado de cumpleaños. Una parte importante en nuestra vida ya que la teníamos desde que comenzamos ésta vida juntos, como novios, y ahora como algo más.
Cuando regresé ella estaba sentada, despierta, pero sin perder ese toque encantador que le caracterizaba, con esa sonrisa que sólo se había apagado una vez 2 años atrás, pero que desde entonces era mi energía en la vida, en los problemas…
-          Sigues preocupado ¿verdad?- preguntó mirándome a los ojos.
Yo no sabía que decir, las palabras andaban sueltas en mi mente y ahora era el momento menos indicado para tratar de ordenarlos.
-          Mira, a veces la vida nos pone retos para superarlos y aprender, no para quedarnos hundidos, yo se que vamos a pasarlo juntos, porque nos amamos, porque queremos estar juntos y porque el amor destruye cualquier obstáculo, juntos lo hemos comprobado- tomó mi mano y me dijo- ¡Bésame!!Bésame! como nunca antes lo has hecho, ¡Bésame y olvídate de todo!-
Los besos que nos dimos fueron besos de esperanza, besos de resurrección. Pusimos la cobija en el suelo, sin despegarnos, el uno del otro como un solo ser, su blusa iba bajándose cada vez más, era impresionante el amor que radiaba en nuestro cuerpo en ese momento.
Pasó el tiempo y nos dimos cuenta de algo mágico que había pasado, habíamos hecho el amor de una manera impresionante, como la primera vez, nerviosos, felices, temblando sin saber si habían sido por el frío o por los nervios, a la luz de un cielo lleno de estrellas, lo más lindo que había sentido. Pero desde ese momento hasta hoy sólo ha pasado por amor, por el sentimiento más lindo que existe en el universo.
Ahora me sentía más tranquilo, sabía que no iba a ser fácil pero que tampoco sería imposible vivir bien, ahora estaba seguro que con el amor que nos teníamos íbamos a salir adelante, sabía que no estábamos solos.
Ahora nada de tristeza reinará en nosotros, el dinero de nuestros ahorros que perdimos en esa gran estafa lo podremos recuperar…y ahora, darle la mejor energía y los mejores cuidados a ella, el amor de mi vida, que pronto será mamá.

Isaac Enrique Hernández Vázquez.

MAS QUE UN SUEÑO

-¿nerviosa?- Era la voz que se escuchaba en su mente.-Tranquila, tu puedes yo se que tu puedes porque te amo.-
Ella estaba a punto de cruzar ese puente mágico, el puente que nos llevaría a estar juntos, pero tenía que hacerlo sola. Atrás de ella estaban nuestros padres, los cuatro le daban indicaciones y le pedían que me dijera eso tan importante que tenía que saber, que no pasara mas tiempo.
Por fin ella empezó a caminar y cruzó el gran puente, que se movía, que no era estable, pero que nos llevaría a estar juntos.
Cuando terminó de cruzar el puente llegó a un lugar habitado por jóvenes, solo eso y nada más. Ella estaba preocupada porque no sabía que hacer ahora, tenía que haber una forma en la cual ella pudiera llegar a su destino, cerró los ojos y en su mente aparecía mi sonrisa, y una linda imagen en la cual nos besábamos, juntos, como siempre habíamos estado. De repente su corazón fue la guía, ella caminaba por ese extraño lugar pero con decisión. Creía en si misma, creía en el amor.
Después de un tiempo de caminar, llegó a una casa  color café, tenía una gran puerta de madera y unas ventanas con las cortinas abiertas por las cuales podías ver el piano que estaba dentro. Hacía frío, era una tarde de domingo con viento. Ella estaba nerviosa, estaba segura que era ahí, el lugar al que quería llegar estaba junto enfrente de ella, respiró y llamó a la puerta. Esperó unos instantes y pronto la puerta se abrió.
El tiempo se congeló, parecía que el viento había dejado de soplar, la sonrisa en su cara era interrumpida por las lagrimas que salían de sus ojos, yo, estaba ahí justo enfrente de ella, sorprendido, con ganas de llorar, tenía que ser fuerte.
-          ¿Qué haces aquí?¿como hiciste para llegar?- pregunte sorprendido.
-          Mi corazón me trajo porque quería verte, quería estar contigo.-respondió.
Pasamos a mi cuarto porque el frío se intensificaba, y empezamos a platicar, los dos aun sorprendidos, nos extrañábamos y teníamos muchas cosas que platicar. Pronto estuvimos abrazados en la cama, viéndonos a los ojos, como los dos enamorados que eramos, nos besamos, un beso que había pasado mucho tiempo en ocurrir por la distancia, un beso que era mágico e inolvidable, un beso que simbolizaba la gran fuerza de nuestro amor, la fuerza indestructible de nuestro amor.
El tiempo pasó rápido y pronto llegó la noche, ella tenía que quedarse conmigo, yo quería que así pasara, era mi sueño y afortunadamente lo logré, ella podía estar esa noche, juntos, como la primera noche en su cumpleaños, o aquella noche en la cual las estrellas se habían mostrado y habían echo de esa noche la noche mas romántica.
Ahora estábamos de nuevo los dos, acostados, besándonos amorosamente. Pronto el tomé su cabello y lo acariciaba recordándolo. Los besos seguían y pronto en esa noche fría nos convertimos en uno sólo, en un solo ser, una vez más el amor estaba presente en nosotros en todas las formas posibles dejándose notar en cada segundo en el cual estábamos juntos. Esa noche fue largar y mágica, llena de amor y pasión, con dos enamorados que hasta en la muerte estarán juntos.
A la mañana siguiente me desperté y allí estaba ella, en mis brazos, recostada y aun dormida. La abrasé y le dije al oído: te amo, gracias por haber recorrido todo ese camino para estar juntos, gracias por todo; ella giró y nos besamos, pero era un beso distinto, un beso de dolor, de despedida, con lagrimas en los ojos de ambos.
-          ¿Qué pasa?- pregunté.
-          Me tengo que ir.-
-          ¿Por qué?-
-          Porque solo podía estar contigo domingo y lunes y hoy ya es lunes.- respondió triste.
-          Por favor quédate, te lo suplico, te lo ruego- mi voz era triste, era de suplica, las lagrimas estaban en mis ojos pero no podía hacer nada.
Nos pusimos de pie, ella me abrazo para no irse pero era imposible.
-          Por favor……..
-          Tranquilo, ten paciencia, te esperaré hasta el momento en que te regreses y seguiremos juntos, de verdad lo haré- dijo
-          Por favor ………………- me deje caer al suelo quedándome en rodillas.
-          Te amo y nadie lo cambiará, ten paciencia, te estaré esperando y cuando regreses seguiremos juntos, confía en mí, te amo.- decía ella.-además cuando regreses no solos seremos dos, te amo, gracias por esta noche, gracias por todo.-
Y de repente su silueta se fue desvaneciendo, ahora de nuevo estaba yo solo, en esa gran habitación, de rodillas y con lagrimas en mis ojos, esperando a que volviera.
Ahora tendría que ser de nuevo paciente, llegaré y estaré con ella por toda una eternidad, porque la amo, porque se que con ella quiero estar toda mi vida y después de ella también, porque se que nos conocimos con un propósito en esta vida, porque se que juntos pasaremos cualquier obstáculo y que nadie ni nada nos separará, la amo. TE AMO….     

  ISAAC ENRIQUE HERNANDEZ VAZQUEZ.